Testimonios

 

Fortaleza materna ante la malformación fetal

 

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Hij@s de violadores dan su testimonio

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Testimonio de madre joven, víctima de incesto

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Superviviente del aborto perdona a su madre

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Pensó en abortar a su hija con síndrome de Down y ahora corre maratones con ella

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Testimonio de Kristina

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Carta a Elliot

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El caso de Steven Mosher

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Testimonio de ex-terrorista y abortista

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Testimonio de superación

 

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Testimonio de un padre

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Testimonio de Steve Tyler, cantante de rock

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Testimonio de la madre su hijo abortado

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Diario de una chica con Síndrome de Down

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Madre coraje de un niño anencefálico

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Testimonio de una soldado en Irak

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Testimonio de una diputada

La diputada brasileña Fátima Pelaes, en la sesión que aprobó el Estatuto del Nascituro en la Comisión de Seguridad y Familia este miércoles 19 de mayo en la Cámara de Diputados, conmovió a todos con su testimonio personal: relató que su madre fue víctima de una violación y quedó embarazada pero decidió conservarla rechazando el aborto.

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Testimonio de la madre de Ramoncito

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Actriz inglesa presionada para abortar

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Presión social para abortar en España

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Famosos que se salvaron del aborto

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Un falso diagnóstico de malformaciones

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Diario de un aborto

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Testimonio de aborto de una adolescente

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Sanación tras 15 abortos (Irene Vilar)

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Testimonio post-aborto de Kelly Klinger

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Testimonio de un obispo

La vida de Mons. Galeone cambió el Día de la Madre de 1970, cuando su madre Rita le confesó que cuando lo llevaba en el vientre, una trabajadora social la amenazó con retirarle las ayudas del Gobierno si es que no lo abortaba.

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Testimonio de Liliana: madre a los 13 años por una violación

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Testimonio de un joven adoptado

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Testimonio de un enfermero ex-abortista

Enrique Ferrara es enfermero, y como partidario del aborto cooperó en este tipo de intervenciones mientras estuvo en el servicio quirúrgico del Hospital Severo Ochoa, de Leganés (España). Pero un día reaccionó; según sus palabras: «Cualquier persona que ve aquello (un feto abortado) y sigue diciendo que no es un ser humano, se está poniendo la venda delante de los ojos». A partir de ese momento pidió ser trasladado al Hospital Doce de Octubre, a pesar de un peor horario y con menos libranzas, para abandonar «aquella intervención salvaje». Ferrara asegura: «cuando participaba en abortos no podía dormir», prefiere no describir lo que vio en quirófano por ser «muy impactante y desagradable» y añade: «no recuerdo a ninguna mujer que no saliera llorando del quirófano». Ese es el aborto que nos venden como liberación, pero que violenta las conciencias del personal sanitario y sobre todo, de la mujer que se desprende de su hijo para siempre.

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Testimonio de un empresario provida

Esta es la historia de un empresario al que la Junta de Andalucía arruinó por oponerse al aborto. Su defensa del derecho a vivir provocó que la administración socialista le declarara enemigo público.

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Testimonio tras 15 años de Síndrome post-aborto

Me llamo Susana, tengo 37 años, soy monitora de lactancia materna desde hace seis años, madre de un niño de siete años y mujer que abortó hace unos años cuando tenía 22, presionada por el entorno y la ignorancia.

Por aquel entonces desconocía que abortar era matar, me informaron mal, nadie me explicó que con 20 días de gestación ya hay un corazón que late, que con 9 semanas de gestación ya está definido el sexo del embrión, que a las 12 semanas ya tiene formados todos sus órganos y a partir de ahí sólo le resta crecer….si le dejan!

No sabía y no por ello ahora excuso la decisión de aquel momento, que estaba poniendo fin a la vida de mi hijo, que esa vida que había no me pertenecía por el hecho de habitar en mi….Jugué a ser Dios y pagaré por ello el resto de mi vida!.

Era una tarde calurosa, algo dentro de mi me decía que No, que no quería hacerlo. Me debatía entre el dolor de no querer y la presión social así como las de mi pareja de aquel entonces, que al principio me animó a tenerlo y cuando ya estaba a punto de contarlo a familiares, cambió de opinión y me presionó a abortar. Yo no quería hacerlo, no sabía qué sería de mí si lo tenía pero tampoco quería abortar.

Llegué llorando a la clínica mientras mi pareja me decía que era lo mejor. No eran más que tres semanas las que tenía de embarazo pero hoy ya sé que con ese tiempo ya hay un ser con un corazón latiendo fuerte, luchando por vivir.

La psicóloga de la clínica más que ayudarme a desistir y ofrecerme opciones, informarme bien, me dijo que en mi situación era lo mejor. No tienes dinero para mantenerlo me dijo, va a ser una carga, en verdad quieres traer al mundo a un ser va a sufrir todo tipo de carencias? Nadie me decía lo contrario y aunque dentro de mí seguía negando y rogando escuchar lo contrario, sólo oía argumentos que me animaban aún más a abortar.

Me engañaron. La misma enfermera y el médico que se ocupó me dijo: no te atormentes, ahora mismo no es nada, no es un bebé, no es nada.

Recuerdo que hubo un rato en medio antes de ponerme en la camilla, en la que me dieron una pastilla no sé de qué y me dijeron que tenía que esperar cinco minutos. Fui donde mi pareja y llorando le dije: No quiero hacerlo pero él siguió insistiendo que era lo mejor.

Me tumbé en aquella fría camilla, me temblaban las manos, me parecía estar soñando, no podía creer que estuviera allí tumbada esperando a que un extraño arrancara de mi esa vida tan valiosa…..y al arrancármelo, arrancó un trozo de mi alma, un trozo irrecuperable….al morir mi pequeño, murió parte de mi, una parte que jamás recuperaré…..no me lo perdonaré nunca!

Fue todo muy rápido, aspiraron a mi pequeño….yo miré un instante al monitor y lo vi, vi ese bultito pequeñito y escuché de pronto un corazón latiendo fuerte y dije asustada: qué es eso? El médico giró el monitor y le quitó el sonido mientras me decía: nada, no te preocupes, relájate que enseguida acabamos. Con el tiempo supe que ese corazón latiendo fuerte era el de mi pequeño….tal vez lo supe siempre pero rechazaba ese pensamiento porque era tan terrible de asimilar que se me hacía insoportable y lo apartaba para justificar mi acto.

Pasaron los años y conocí al que hoy es mi marido. Nos casamos y al cabo de cuatro años decidimos ser padres. Me quedé al primer intento pero como fue un embarazo de riesgo desde el principio a cuenta de un desgarro en el útero, pues tenía ecografías semanales.

Con cada nueva ecografía me invadía la alegría por esa nueva vida dentro de mi, me parecía un milagro maravilloso ver a mi pequeño crecer semana a semana y al mismo tiempo me empezó a invadir un gran sentimiento de culpa, de gran tristeza porque el recuerdo de años atrás me daba de lleno en el alma como si no hubieran pasado los años, como si hubiera sido ayer cuando estaba allí tumbada en aquella fría camilla dejando que la vida de mi pequeño fuera succionada, permitiendo que lo arrancaran de mi.

Nunca superé abortar, incluso cuando desconocía la terrible realidad de que sí era algo, de que sí era un ser…..pero cuando viví el embarazo semana a semana de mi pequeño Mario que hoy tiene ya siete años, fue cuando fui consciente del todo, cuando me di cuenta totalmente de la dura realidad y si ya era insoportable cuando no lo sabía, se me hizo aún más doloroso…..Las lágrimas que derramé entonces superaron las derramadas años atrás. No dejaré jamás de llorar a mi pequeño…..lo siento tanto!

Querido mío, mi pequeño angelito, perdóname si puedes porque yo no me perdonaré jamás. Te quiero mi chiquitín y lo siento mucho….lo siento tanto!

Por favor, informar mejor a las madres de lo que es abortar, enseñarles ecografías en 3d de embriones de semanas, del tiempo que tenga la madre que vaya a abortar, que sepa con claridad sin esconder la verdad, lo que va a hacer….pensar más en esas madres por favor, porque el día que son conscientes, quedan destrozadas de por vida y eso no se está teniendo en cuenta….Ya no es sólo la vida de esos bebés inocentes, es también la vida de esas madres que queda rota para siempre.

Dar más ayuda para que esas madres puedan tener a sus hijos supondría mucho menos gato que el que supone abortar que no sólo conlleva el gasto del propio aborto en sí , sino también el gasto psicológico porque se necesita luego asistencia psicológica para ayudar a esas madres a superar el aborto y aún con ayuda, jamás volverán a ser las mismas.

No hagamos un país lleno de no-madres destrozadas, hagamos un país con madres fuertes, enteras y portadoras de vida!

Ninguna madre se arrepiente de tener un hijo, pero sí de no tenerlo, de decidir acabar con esa vida inocente…Por favor, que se las informe bien, que no se las engañe diciendo que no es nada, que es una célula porque acabarán sabiéndolo, la verdad siempre acaba por saberse…..es sólo posponer el dolor, el terrible dolor. No es la solución, es un parche temporal, hasta que llega la verdad con a mostrar la terrible realidad: has matado a un ser que luchaba por vivir…..qué puede haber peor en este mundo?

Como bien decía la Madre Teresa de Calcuta. Si las madres matan a sus hijos como no van a matarse los hombres entre sí?… Basta Ya!!

NO AL ABORTO, SÍ A LA VIDA!!….por ellos, los bebes….y por ellas, las madres!!

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Madre feliz con 16 años

Bebé prematura salvada por un abrazo

Testimonio de una madre acosada

Testimonio de un padre ignorado

Testimonios de mujeres que "decidieron"

Testimonio de una superviviente del aborto

Testimonio de Montse

Testimonio de Mai Meneses

Testimonio de un padre "abortado"

Dos mujeres ante la Trisomía 18

Cristina y el aborto por malformaciones

Carta de la hija de una deficiente violada

La verdadera historia de Lorena Bobbitt

Testimonio desde el otro lado de la muerte (Gloria Polo)

Testimonio de una gemela cuya hermana fue abortada

Testimonio de George W. Bush

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Hola, tengo 30 años, hace dos meses y medio di a luz a una niña preciosa que me alegra la vida cada día. Soy madre soltera, el padre (mi novio en aquel momento) quiso que abortara pero yo decidí seguir adelante aunque fuera sin su apoyo. Cada día me siento más orgullosa de la decisión que tomé y animo a todas a tomar sin miedo la misma decisión que yo tomé. EVA

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Testimonio:' Que me escuche la comisión de expertos: el aborto me ha destrozado la vida'

(fuente: www.vozvictimas. org)

Me llamo B., tengo 31 años y el día 18 de agosto hizo un año del fallecimiento de mi hijo en mi aborto provocado en la Clínica El Bosque en Madrid. No sé por dónde empezar porque mi historia es larga y dolorosa y he tardado tiempo en ser capaz de poder contarla. Todo paso un mes de agosto de 2007, cuando hacía poco tiempo que conocía a mi pareja y me fui a vivir con él. Mi pareja tenía dos niñas, ya que las cuidaba él porque tenía su custodia y yo le veía como el mejor padre del mundo. Él me dijo que tenía hecha la vasectomía y aunque yo tomaba la píldora, ese mes tuve algún olvido y me quedé embarazada. Yo era puntual como un reloj y cuando estaba de tres semanas ya empecé a sentir nauseas y a sentir mucho sueño y algo raro que me pasaba pero no lo achaqué a un embarazo. Yo venía de una situación familiar catastrófica y no tenía medios económicos y tampoco estaba muy estable psicológicamente… Pues bien, cuando tenía doce días de retraso, decidí hacerme el test y en segundos salieron las dos rayas que indicaban el positivo y yo me llené de alegría y felicidad. Estaba sola en casa en ese momento porque mi madre estaba trabajando y mi pareja estaba con sus hijas de vacaciones. Esto fue un día 12 de agosto.

Mi madre llegó al rato y yo con toda mi alegría fui a contarle que estaba embarazada y le enseñé el test pensando que su reacción iba a ser otra. Dios mío… en qué hora hice eso y no callé y pedí ayuda a alguna asociación… A raíz de ahí empezó mi peor pesadilla, mi calvario y mi condena de por vida por el asesinato de mi propio hijo.

Nada más enseñarle el test a mi madre, me dijo que no podía tenerlo, que cómo iba a tener un hijo sin pareja estable, que cómo lo iba a mantener, que no iba a ser buena madre, que qué iba a pensar los vecinos, que cómo se lo iba a tomar mi hermano etc. etc. Mi alegría pasó a tristeza profunda, nerviosismo y desesperación por momentos.

Cuando llegó mi hermano, también se lo dijo mi madre y su reacción fue agresiva hacia mí por lo irresponsable que había sido y me convencían con coacciones para que abortara. De hecho me dejaron de hablar y me echaban de casa si tenía el bebé y yo pensaba en el padre como única solución. Pensaba que él estaría conmigo y que no me dejaría.

Le llamé al móvil pero lo tenía apagado y tras varios intentos di con él. Cuál fue mi sorpresa que él me dijo: TIENES QUE ABORTAR. YO VOY DE BENIDORM Y VUELVO EN EL DÍA Y LO PAGO Y YA ESTÁ. AHORA MISMO VOY A PEDIR CITA EN LA CLÍNICA Y VOY A HABLAR CON TU FAMILIA PARA QUE NO TE DEJEN SALIR DE TU CASA HASTA QUE VAYAMOS A LA CLÍNICA. Yo comencé a llorar desesperada, quería a mi hijo, lo sentía ya dentro de mí, por una vez en mi vida no me sentía sola y no quería abortar. Me obligaron toda coaccionada, no me dieron tiempo de escapar, de reaccionar. Estaba como atónita ante la situación que para ellos era un conjunto de células sin vida y la operación sería como sacarse una muela.

Pues bien, hecha un manojo de nervios sin fuerzas para llorar más ni poder ser capaz de decir una palabra más alta que otra, llegó el día de ir a la clínica, y me llevaron obligada. Era un sábado a las ocho de la mañana. Él aparcó el coche debajo de mi casa y llamó al telefonillo y yo le pedí por favor a mi madre que lo quería tener que no me obligaran, que podría sacarlo adelante. Mi madre me cogió el bolso y me dijo “Vístete que tenemos prisa.”

Así fue y a las nueve estaba en ese horrible chalet que utilizan como clínica llamada “El Bosque”, donde en la recepción había una señora sudamericana que me tomó el DNI y me dijo “¿Tienes miedo, no?”. Yo sólo quería salir corriendo de allí pero no podía, estaba paralizada, coaccionada, mis verdugos estaban allí a mi alrededor… Quería proteger a mi hijo, pero nadie me podía ayudar allí ya. Subí esas escaleras hacia las salas donde primero te hacen la eco y luego el test psicológico.

Recuerdo esos sofás rojos y recuerdo la cara de todas las chicas que estaban allí: estábamos asustadas y avergonzadas y parecía como si entre nosotras quisiéramos huir pero no podíamos. Vomité tres veces antes de entrar a la eco. Los médicos paseaban tomando café y hablando de sus felices vacaciones sin pararse a pensar en cómo nos sentíamos allí las chicas que estábamos esperando. Al rato, un medico alto, muy seco me llamó para que entrara a la sala de la eco, y me dijo: “Tranquila que estás de muy poco, eso no tiene vida todavía”. Y me hizo la eco, que yo no pude ver porque el monitor ya estaba girado. Yo desgraciadamente ya sentía a mi hijo. El pobre creo que pensaba y decía:  “Mamá, mamá, ¿qué pasa? ¿Están viendo si estoy bien? Yo le estaba engañando diciéndole: “Hijo, yo te sacaré de aquí”.

Unos días antes yo había tenido unos cólicos y había estado ingresada y mi hijo ya media 8 mm y le latía el corazón y sólo estaba de seis semanas. Eso de que no sienten y que no es un ser vivo es todo mentira. El médico me engañó. Tras la eco me hizo firmar el consentimiento y ahí me desmaye. Él me golpeó la cara ligeramente y me dijo: “Vamos mujer, que luego te vas de vacaciones”. Y firmé, pero no era yo.

Después volví a la sala de los sofás rojos y volví a ver a esas pobres chicas pidiendo ayuda a gritos. Una señora rubia alta con bata y EMBARAZADA era la psicóloga que me hizo pasar después. Esa señora me enteré después de que es socia de la clínica y  por eso hace lo que hace. Pues bien, esa mujer era mi última oportunidad de ayuda. Yo la estaba pidiendo a gritos y ella lo sabía pero no me hizo ni caso. Se limitó a rellenar los test ella y me dijo que no me preocupara que era un trámite, que ella los rellenaba siempre y tuvo el cinismo de decirme: “TÚ SÍ QUIERES TENERLO ¿VERDAD?” Entonces pensé que me iba a ayudar y al decirle que sí, que yo quería tenerlo a ella le dio igual. Se limitó a decirme que cuando saliera de allí me iba a encontrar mejor y que si algún día me sentía mal que la llamara. Anotó su móvil en una receta de allí para que así me pasara consulta después del aborto cobrando.

Después salí toda más hundida aún de allí, y me llamaron para ingresarme, pero antes tuvimos que pasar por el pago de 470 euros. Eso es lo que vale matar a un bebé. Había que pagarlo en billetes sólo en efectivo y sin factura. Después ya sola una enfermera extranjera también me pasó a una sala donde había dos camas. Olía a humedad y hacía frío, era muy tétrico, se olía a muerte en cada rincón de la clínica. Vino otra extranjera y me hizo desnudarme y ponerme una bata verde, un gorro y los patucos y me puso un suero y como no me encontraba la vena me pincho veinte veces y me dejo el brazo destrozado. Yo le dije que me quería ir y me dijo que ya estaba pagado y que no iba a ningún sitio.

Al rato me dijeron que pasara al quirófano. No me habían hecho ni un análisis, ni una radiografía, ni un electrocardiograma y sin embargo me pusieron anestesia general y tengo un papel firmado por ellos diciendo que me habían hecho todas esas pruebas. En el quirófano me preguntaron mi grupo sanguíneo y yo les dije que era 0 negativo y entonces se fiaron de mí y me dijeron que tenían que ponerme una inyección por eso y que antes tenían que pagarla mis familiares. Yo entré a la sala y de nuevo me temblaban las piernas y me desmayé pero enseguida me cogieron, me subieron al potro y me ataron con correas las piernas y las manos.

El anestesista, que venía sin bata alguna, me dijo que pensara en algo bonito y me pinchó para dormirme y sólo recuerdo la cara de una enfermera joven que estaba casi peor que yo. Debería ser su primera vez y recuerdo al médico acariciándome el muslo y diciendo: “Con lo guapa que eres, ya veras qué bien te sentirás después”.

Luego vi la aspiradora, pero ya dormí y cuando desperté llorando me sentía vacía. No sentía a mi hijo. No estaba, lo habían matado a pesar de mis súplicas y peticiones. Me llevaron a la habitación compartida con otra chica que también la acababan de traer andando por su propio pie. Al rato me sacaron un trapo enorme de mi vagina empapado en sangre y yo ya no sentía ni padecía. Sólo quería salir de allí, irme, alejarme… Me sentía sucia y una mala persona.

Salí de allí a las dos horas con un papel de lo que no se debe hacer después de abortar, pero no te dan un papel diciéndote cómo te vas a sentir después de hacerlo,  que es muerta en vida.

Mi pareja me abandonó y mi familia empezó a tratarme bien justo después del aborto. Yo sólo estaba en la cama de mi habitación como ausente sin querer saber de nadie o de nada pensando en mi hijo ya muerto. Perdí quince kilos, empecé a beber, no hay día que no llore la muerte de mi hijo… Tengo relaciones por tener, no puedo ver a embarazadas y creo que todo el mundo sabe lo que hice y ve a una asesina en mí. Tomo antidepresivos y estoy acudiendo a atención psicológica en AVA y si no fuera por eso me habría quitado ya la vida porque para mi la vida se acabo el día que mate a mi hijo. El aborto me destrozó la vida.

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Testimonio de Rocío

(publicado en www.enfemenino.com)

 
"Para que sepan cómo fue la historia y dejen de hablar mierda"

Enviado 28 marzo 2008 a 19:46


Por lo visto el que yo contara lo que le pasó a mi hermana dio lugar a que ustedes empezaran a hablar al pedo sin saber cómo fue realmente la historia en realidad.

Yo tenía 23 años y ella 16, y me confesó que estaba embarazada, que estaba sola y que tenía mucho miedo, yo le dije que no se preocupara, y ella decía que nuestros padres se iban a poner furiosos y que tenía miedo de que la echaran de casa, y yo le dije que nuestros padres serían incapaces de hacer una cosa así, y que si en una de esas se atrevían a echarla, yo me iba con ella y le prometí que ni a ella ni a mi sobrino le iba a pasar nada, y que la iba a ayudar a hablar con nuestros padres.

Ahí parecía que se había tranquilizado, aunque todavía no habíamos encontrado el momento para decírselo a la familia . Pero a los pocos días, una tarde que llego de la facultad la encuentro tirada en la cama y sangrando. Cuando vi la caja de pastillas abierta en la mesa de luz me di cuenta de qué estaba pasando y la llevé de urgencia al hospital (estábamos solas en casa, mis padres no supieron en ese momento lo que pasaba). Más tarde, en casa, le pregunté por qué lo había hecho (no a modo de reproche, antes de que empiecen a decir cualquier cosa) y me contó todo: que le habían taladrado la cabeza con que no era un bebé, que el aborto no es un asesinato, que si tenía al bebé se iba a arruinar la vida y nos la iba a arruinar a todos, que no podía tener un hijo a esa edad, que era una egoísta por querer traer un hijo al mundo para que después nos tuviéramos que hacer cargo nuestros padres o yo.

Mi hermana lloraba, estaba destruída, decía que era una mala persona, yo la abracé y le dije que no, que no era ninguna mala persona, porque no lo había hecho por maldad ni por egoísmo, sino por malas influencias que le llenaron la cabeza, que esas eran las malas personas y no ella, me hizo prometerle que no diría nada a nuestros padres y yo no sabía qué hacer porque cada día estaba peor. Cuando salíamos a alguna parte, veía una embarazada y lloraba, veía un bebé y lloraba, esas crisis eran realmente terribles y fue empeorando, se la pasaba encerrada en su cuarto y tirada en la cama, no quería salir, no quería comer, no quería ir al colegio, había perdido absolutamente las ganas de vivir. Intenté convencerla de que hiciera terapia pero ella a cada momento decía que lo único que quería era morirse, que era una mierda, que no merecía vivir, le decía que eso no era verdad y no me quería escuchar, yo no sabía qué hacer, pensaba en decirle a nuestros padres la verdad, para que así ellos trataran de ayudarla, pero por otro me daba miedo porque si mis padres se enteraban de que mi hermana abortó, se enojarían mucho y eso la hundiría más y sería peor.

Trataba de convencerla de salir, de ir al colegio, de hacer cosas, de tomar terapia pero todo fue en vano, y un día que nos levantamos a la mañana, el baño estaba cerrado con llave. Golpeamos la puerta del baño, llamábamos a mi hermana, no respondía. Mi papá fue a buscar las copias de las llaves, entramos y encontramos a mi hermana muerta. Fue muy fuerte, es algo de lo que todavía no logramos reponernos. Cuando la estábamos velando, les conté la verdad a mis padres y ellos se lamentaban, decían que por qué Ana no había confiado en nosotros, que por qué no había hablado con ellos antes, yo me sentí culpable por no haberles dicho la verdad antes a mis padres y por no haber sabido cuidar a mi hermana de las malas influencias que la llevaron a ese aborto y a esa depresión.

Hoy, después de casi 2 años, mal que mal aprendimos a vivir con eso pero no lo vamos a poder superar nunca, porque esa mierda que se llama aborto no sólo mató a mi sobrino, sino que también destruyó a mi hermana y nos arruinó la vida a mí y a mis padres.
Para que vean, a mi hermana nadie la llamó asesina. Nunca. Por lo menos en nuestra casa. De lo único que puedo sentirme yo culpable es de no haber hablado con mis padres a tiempo y de no haber cuidado más a mi hermana de los que la llevaron a esto.
Así que ahora, si van a hablar de mi hermana, háganlo sabiendo bien cómo fue todo y no conjeturando, ok?

Rocío

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Conferencia del abogado que metió a Morín en la Cárcel

CÓMO Y PORQUÉ ME QUERELLÉ CONTRA EL DR. MORIN Y SUS CLÍNICAS ABORTISTAS

Cuando recibí la invitación para pronunciar esta conferencia sobre el llamado “Caso Morín”, entendí que se me impulsaba a hacer público qué motivó a Alternativa Española a tomar la iniciativa procesal en los Juzgados de Barcelona.
Quizá, por eso es necesario antes de explicar el “cómo”, comentar el “porqué”. Y para ello es preciso entender la terrible realidad del Aborto. La mayor causa de muerte en Europa y, especialmente, en España.
En nuestra patria, desde 1.985, han sido asesinados –por este procedimiento- más de un millón de indefensas criaturas en el seno de sus madres por los modos más horrorosos que uno pueda imaginar.
Pero…, ¿de donde viene el aborto? ¿Es acaso una invención del partido socialista de Felipe González? No.

Sabemos por Antonio Socci, periodista italiano, Director de la Escuela de Periodismo Radiotelevisivo de la RAI , colaborador de “Il Foglio” y editorialista de “Libero”, en un magnífico libro publicado este año por Ediciones Cristiandad (“El Genocidio Censurado. Aborto: mil millones de víctimas inocentes” ) que el Aborto es una herencia del siglo XX que nos dejaron los sistemas totalitarios.
Y tanto la izquierda como esa derecha liberal sin valores han custodiado la herencia que nos legaron los totalitarismos del siglo XX en esta materia. Es algo muy curioso de estudiar.
El aborto fue promovido, en primer lugar, por la Unión Soviética en 1.920 y luego por la Alemania nazi en los países ocupados; después sería Japón y los países europeos del bloque soviético; y no es hasta 1.967 cuando lo legaliza Inglaterra y en 1.973 se legitima en Estados Unidos.

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Yo también he abortado

Escribo estas líneas por mi hijo de 8 años

Me he decidido a escribir estas líneas gracias a mi hijo de 8 años y a mi propia historia.

Íbamos en el coche y la radio daba una información sobre las declaraciones de un político que hablaba del derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y del derecho a abortar.

Mi hijo de forma espontánea me preguntó, literal ¿por qué las mamás matan a los niños que llevan en la barriga? ¿tu también me hubieras podido matar y no habría pasado nada, verdad?

No supe que contestar porque yo también aborté hace 20 años…

En aquella época, a pesar de no haber tantas facilidades como ahora, pude abortar en un centro público apoyándome en el primer supuesto de riesgo para la salud mental, puesto que físicamente estaba perfecta y tenía una edad óptima, 26 años.

Ingresé en el centro por la noche, y a la mañana siguiente a primera hora me hicieron un IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo).

A las 21 h. salía del centro por mi propio pie, ya estaba solucionado el “problema” que no me dejaba dormir y que el médico consideró que afectaba a mi salud mental.

Con los años, y sobre todo cuando tienes hijos, tomas conciencia de lo que realmente hiciste aquel día. Calculas mentalmente la edad que tendría ese hijo no nacido, si se parecería a sus hermanos, si hubiera sido niño o niña …, pero lo más importante, como explicar con argumentos entendedores a mi hijo de 8 años el por qué lo tuve a él y no a su hermano mayor.

Tengo sobrinas de edades comprendidas entre los 24 y 26 años que me cuentan que tienen amigas que han abortado una o incluso dos veces. Que para ellas abortar es algo “natural” porque está aceptado por la sociedad, por los políticos que salen en la televisión, por médicos, por aquel artista tan bueno del cual es una fan incondicional….

Soy una profesional de éxito, estoy casada y tengo dos hijos. No me considero una “carca” y la verdad es que no sabría como definirme, no soy conservadora ni progre, solo intento ser persona cada día.

A todas las mujeres que quieren abortar les diría:

1- Cuando una mujer es madre se da cuenta que todas las cosas que antes consideraba importantes, pasan a un segundo plano.

2- Un hijo no te hipoteca, sencillamente te enfrenta a una realidad que quizás no planeabas, pero como todo en esta vida hay que afrontarlo con coraje y responsabilidad. Quizás sea la decisión más importante y trascendente que hayas de tomar. Mi vida programada por su vida.

3- Si decides abortar piensa por un momento en aquella “cosita” que tan solo mide unos milímetros y que te necesita a ti para poder ser.

4- Las mujeres tendríamos que unirnos e iniciar una revuelta social y en lugar de pedir más facilidades para abortar, exigir más ayudas efectivas para poder “realmente” decidir sobre nuestro cuerpo y el bebé que esperamos.

5- Se habla de la salud mental de las mujeres que se quedan embarazadas y no desean tener a su hijo, pero no se habla de las repercusiones psíquicas en las mujeres que un día abortaron. Yo, personalmente, he quedado marcada para toda la vida.

2008.VII.02 BEGOÑA HERNÁNDEZ.

http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=11365

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Testimonio 57 años después de abortar

"Fue hace 57 años. Entonces tenía 27 y estaba soltera, pero mantenía relaciones habituales con su posterior marido”.

Tras contarle que estaba embarazada y sin esperar su consentimiento, el ex esposo la llevó a abortar. “La metió en un taxi y la llevó a un piso de la madrileña calle Barcelona 3, casi esquina con Santa Ana, recuerda. 'Aquello era una pocilga, una carnicería'. Él le decía: 'No te preocupes, estás en buenas manos'. El aborto se practicó sin anestesia, así que María gritaba”, relata el semanario.

“El 3 de mayo de 1951, mes y medio más tarde, María tuvo una fuerte hemorragia 'en el retrete'. Ahí es donde 'nació' su hijo. 'Tenía los bracitos, el cuerpecito, todo'. ¿Qué hizo? 'Lo lavé, lo besé y me lo metí en una caja de membrillo que tenía'. ¿Qué hizo con él? 'Pensé en guardarlo en alcohol, pero tenía miedo de que mi madre se enterara, así que finalmente me despedí de él y lo tiré por el retrete”, recuerda entre lágrimas.

María quedó embarazada, ya casada, cuatro veces más. Todos estos embarazos terminaron en abortos espontáneos, probablemente consecuencia del aborto al que fue sometida.

Tras el escándalo de los abortuarios de Barcelona, todo el dolor de María ha despertado. Cuando le preguntan si alguna vez lo olvidó, ella es tajante: “No, no se me quitaba, pensaba en ello día y noche y trataba de salir para olvidarme, pero ahora me ha venido con más fuerza. Lo del aborto no se me iba con nada, tengo depresión desde entonces”.

Leer artículo publicado en el semanario Alba

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Carta de amor a mi hijo no nacido


Alfa y Omega. 21/02/08

Mi querido niño, mi tesoro, mi pequeño regalito de Dios, ya sabes el poco tiempo que estuvimos juntos y cómo te echo de menos.

Te escribo para decirte que te quiero, que me duele profundamente no haberte querido lo suficiente para impedir que te arrancaran de mis entrañas, y por eso te pido perdón; por haber tenido la debilidad de acercarme a una clínica, cuando había tenido tantas veces anteriormente la fortaleza de no ir, aunque tuviera pedida cita.

Sé que te quería, porque la primera vez que pedí cita fue por teléfono. Era más fácil, y después lloré. Como ya te he contado me movían el egoísmo y la cobardía, pero ahora sé que no hay razón suficientemente importante.

Aquel fatídico último día fui a la clínica diciendo que tenía dudas, porque sentía pena por ti. Pedí que me hicieran una ecografía para seguir adelante, a pesar de todo, si eras niña. Me dijeron que no lo eras y, casi sin tiempo de reaccionar, ya me habían puesto algo para dilatar el cuello del útero. Cuando me incorporé de la camilla y vi tu carita congelada en el monitor del ecógrafo, comencé a llorar y ya no he parado desde entonces. Me pregunto ahora por qué no salí corriendo a pedir ayuda para no perder a mi niño, en lugar de quedarme allí llorando, esperando a pasar al quirófano, como oveja al matadero; pero supongo que los dos valiums y la inyección que me pusieron ayudaron a ello. Así que allí me quedé, y pasé a un quirófano en el que no te di a luz, aunque dolió tanto como un parto sin epidural, sino que te di a la oscuridad; donde dejó de latir tu corazoncito; y donde no se oyó tu llanto, después de llenarse de aire tus pulmones, sino el ruido infernal de un aspirador y la voz del ginecólogo que decía: «Ya no estás embarazada». En ese momento hubiera deseado volver a llorar, pero entonces el dolor no me dejaba, sólo podía apretar los dientes y los puños para intentar soportarlo, y quedarme muy quieta porque me habían dicho que, si no lo hacía, corría peligro mi vida.
No se oyó más llanto que el mío, cuando me incorporé y le pregunté al ginecólogo qué harían contigo. Y así me volví a casa, dejándote allí, en un congelador, sin el calor de mis entrañas, y sintiéndome vacía y con un terrible dolor y remordimiento.

Ahora, que he encontrado a unas personas profundamente buenas y religiosas que me han ayudado, y que Dios, en su infinito amor y misericordia, me ha perdonado, sólo necesito acabar de perdonarme a mí misma y que me perdones tú.
Me han dicho que ahora eres un angelito que velas por nosotros desde el cielo. La verdad es que esa idea no me consuela mucho, más bien me hace llorar; pero pienso que, si es así, eso significa que algún día podremos volver a vernos, y entonces podré darte todos los besos y abrazos que no pude darte aquí, y tú tal vez puedas decirme como me decía uno de tus hermanos: Uno beso, mamá.

Te quiero, mi pequeño regalito de Dios. Perdóname por no haberte querido lo suficiente.

Diez minutos de debilidad...

Esto quiere ser también una carta de denuncia hacia la sociedad que muchas veces empuja a la mujer a abortar, y sin embargo vive de espaldas a esa realidad y desconoce el enorme dolor físico y psíquico que sufre la mujer que aborta y del que nadie le informa antes de tomar esa decisión. Una denuncia de lo terriblemente fácil que es abortar en España; sólo se necesita pensar que tu embarazo es un problema, y un día, acaso diez minutos de debilidad, encontrarás a unos médicos dispuestos a certificar que tu salud psíquica corre peligro y arrancar a ese niño de tus entrañas a cambio de unos cuantos euros, mintiéndote sobre cómo será el proceso y sin informarte sobre las secuelas físicas y psicológicas.
Ésa es la realidad a la que espero que poco a poco hagamos frente. Será difícil, porque parece que lo progresista es ayudar a la mujer a abortar, cuando lo progresista sería informarle adecuadamente, y ofrecerle otras soluciones cuando piensa que ésa es la única. Porque esa vida que crece en nuestras entrañas no nos pertenece a nosotras, sino a Dios, y eso lo digo ahora, yo, que era de las que estaba a favor del aborto... He tenido que pasar por esa terrible experiencia para cambiar de idea. Hagamos que el menor número posible de mujeres tengan que pasar por esa experiencia.

Una madre

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Testimonio de Pilar

Una triste mañana de diciembre, una niña abatida esperaba el autobús en una calle de San Francisco. Tenía 24 años. Soltera. Acababa de perder su disfraz de mujer. Había pedido hora para abortar.

El juego había durado ya demasiado tiempo y, al fin, inevitablemente, había dado su fruto... un hijo. Había sido en verdad un tiempo de vida, de libertad, de valor, de alegría, de amor, de juego... de jugar a mujer. Y de pronto se había tornado en tiempo de muerte, de esclavitud, de cobardía, de pesadumbre, de desamor... ¡de responsabilidad!

La magia se había disipado de repente por arte de una sola frase: “estás embarazada”.

“Esto va a dejar huella... ya no hay vuelta atrás... nada volverá a ser como antes... ya no puedo disimular más...

¡tengo que dar la cara!

¡Terror!... Sudor frío... ¡No puede ser!

Fantasías de aborto espontáneo, de “error de diagnóstico”. Angustia. Oleadas de negras premoniciones. Terror y más terror. La vida de hizo de pronto muerte total.

Vende todo... deja todo... vete... ¿a dónde? ¿con quién? ¿cómo?.......... ¡Sola!

El no está... dio marcha atrás. “No conviene ahora”, dijo al partir. Los amigos: “¡Qué dirán tus padres! ¿De qué vivirás? Si no es más que un quiste, quítatelo.”

¡Dios mío! No puede ser verdad. Debe ser un mal sueño. ¿¿Yo tener un hijo?? ¡Si no me puedo ni tener a mí misma! No puede ser. ¡Esa persona embarazada no puede ser yo! No sé quien es esa persona... ¿cómo se atreve?.......... ¡NO!

No cabe en mí esa persona... no es parte de mí... es una enfermedad. ¡Debo eliminarla!

Médicos, explicaciones, métodos.... algas, ácido... “no es doloroso... un momento y se acabó”.

... ¡se acabó! Pero... ¿¿qué se acabó??

En ese momento (gracias, autobús, por tardar tanto), en esa mañana gris, 24 horas antes del plazo, ese nuevo ser murió... en mi mente. El Arquero* disparó la flecha de mi imaginación y se clavó en el blanco -no tan lejano- de mi futura realidad. Fui en un instante y estuve allí... en el destino que tenía preparado para ese ser que empezaba a vivir. Lo hice y lo vi. Lo viví. Todo entero, en ese momento, esperando el autobús.

Lágrimas empezaron a manar por mi rostro. Lágrimas y más lágrimas. Congoja terrible... ¡Lo había matado!

¡ Me había matado!

No creo que haya asesino que, en el momento de ver su obra, no tenga esa vivencia fugaz: ¡¡Me he matado!!

Toda la vida que durante años y años de esfuerzo pugnaba por ser... todo el valor y la fuerza que me llamaban a gritos desde la distancia, siempre inalcanzables. Toda mi verdad que anhelaba ansiosamente quitarse el velo... todo se había hecho carne y... ¡lo había aniquilado!

¡Dios! ¡No podía hacerlo! ¡Esa vida era la respuesta a mis deseos! El premio al ganador, el título de “vividora”, de “amadora”... ¡era lo que yo quería!... Y lo que había querido toda la vida: dar la cara…. ser verdad…. ser valor.... ¡SER!

¡Qué instante de luz separa la muerte de la resurrección! La semilla de esclavitud se convirtió en fruto sabroso de libertad. Y esa niña perdida y desesperada resucitó en mujer... mujer digna de dar vida.... ¡capaz de dar vida!

Una vida que mañana, 12 años después, he de despertar para ir al colegio. Una vida que me ha dado TODO lo que siempre desee y nadie más me pudo dar. Una vida por la que he sido padre y madre y todo lo necesario. Una vida que ha colmado todas mis medidas, desbordado todas mis previsiones, iluminado todos mis rincones. Una vida por la que yo he vuelto a nacer... ¡hasta con mi misma cara!

Una vida, sangre de mi sangre, risa de mi risa, amor de mis amores.

El Amor bajó a mí en ese cuerpecito gordito y sonriente y nunca más me dejó. Nos salvó de la muerte día a día, y nos dio la Vida desbordante que tiene reservada a los valientes.

¡Sé valiente!

¡VIVE!... y deja vivir.

* Soy Sagitario


 




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Testimonio de Yolanda
25/11/07



Testimonio en Youtube
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Testimonio sobre la Amniocentesis

Quiero compartir con vosotros mi horrible experiencia con la amniocentesis. Esto sucedió antes de mi conversión.

Antes de quedar embarazada y durante el principio de este, estuve tomando medicamentos por una contractura en el cuello (Gelocatil, Nolotil...) e incluso se me hizo una radiografía. Para mi sorpresa estaba embarazada, pero no lo sabía, y cuando me enteré me sentí muy mal porque pensé que podría estar mal por mi culpa el bebe, así que se lo comenté a mi Doctor y el me dijo que no me preocupara por el bebe, que no les pasa nada que están muy protegidos, pero yo seguía preocupada y el me dijo que si quería se me podía hacer la Amniocentesis una prueba prenatal común en la cual se extrae una pequeña muestra del líquido amniótico que rodea al feto para analizarla, me pareció buena idea.

Así que fui a hacerme dicha prueba, me encontré con un Doctor que lo primero que hizo fue hacerme firmar un papel para hacerme responsable de todo lo que pasara en esta. Llevaba en su mano una aguja larguísima y a mi derecha tenía un monitor, allí vi a mi hija estaba quieta no se movía, se me había comentado que dicha prueba no dolía. El Doctor introdujo la aguja en mi barriga y fue horrible " Dios que dolor" me dolió el alma , en el monitor vi a mi hija que empezó a moverse y para mi sorpresa pude apreciar como apretaba sus puñitos del dolor que sentía . "Dios mio, fue horrible". Salí mareada de dicha prueba, me senté en una silla.

El Doctor me dijo que tenia que pasar dos días en la cama con reposo absoluto, así que me dirigí a mi casa y así lo hice, me pase dos días de reposo absoluto en la cama, y al tercer día me levante y al ir al lavabo me encontré una cosa que parecía gelatina "Dios me quería morir", tenia perdidas de liquido amniótico, pensé que mi hija se moría por mi culpa, me metí en mi cama y seguí en reposo, me llamaron del trabajo y recuerdo que se puso mi madre, les dijo que no podía ir a trabajar que seguía en reposo. Recuerdo que rece y le dije a Dios que me perdonara por hacer esta prueba dichosa, aunque en aquel entonces no creía tanto en Dios como ahora. Pasé un par de días mas en la cama, y al final desapareció estas perdidas de liquido, me dirigí al hospital y me dijeron que ya estaba fuera de peligro y que por suerte estaba viva mi hija. Ahora que se lo que es esta dichosa prueba, os lo expongo aquí para que sirva de ayuda para alguna que esté en mi situación.

Doy miles de gracias al cielo por salvar a mi hija.

Lili
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El nacimiento de Teresa


El día 15 de Octubre, nació Teresa, mi sexta hija. Momentos de alegría, satisfacción, de celebración. Pero al poco de nacer nos informarón de que tenía el síndrome de Down. Toda nuestra alegría se convirtió en sorpresa ante lo que nos contaban, parecía como que la felicidad intentaba desvanecerse. No nos habíamos hecho la prueba de la amniocentesis, ya que tampoco teníamos pensado abortar pasara lo que pasara. Nadie puede decidir qué tipo de vida merece ser vivida, ni tampoco soy nadie para romper una vida por el hecho de que no encaje dentro de un prototipo.

Sé que acaba de nacer lo que seguramente será lo más grande que nos haya sucedido. Tal vez sea un regalo para otros mal envuelto, que no es llamativo a primera vista, pero estoy convencido de que cuando destape este regalo me encontraré que lo que hay dentro es maravilloso, algo bello que no lo cambiaría por nada del mundo.
Bienvenida Teresa, tal vez algunos no sepan apreciar tu belleza, no les hagas caso, simplemente son superficiales y sólo se fijan en el envoltorio. Sólo podrán apreciar tu belleza aquellos que se detengan y miren lo que hay dentro de ti, el regalo que escondes.




Luis López
Getafe (Madrid)


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Testimonio de una madre adolescente

Mi historia es muy fácil de resumir, soy la mujer más feliz de mundo y todo se lo debo a una cosita que me da razones para salir adelante, un pequeño trozo de mi al que llevo sintiendo desde las 18 semanas de VIDA.

Cuando me enteré de que estaba embarazada, no sabia que hacer, sentí un miedo horrible, tenía quince años y pensé que todo sería fatal. Busqué un montón de información sobre el aborto y estaba casi segura de que sería lo mejor para los dos. Cuando hablé con mis padres, me dijeron que hiciera lo que quisiera, que me daban un tiempo para pensar que quería hacer.

Durante ese periodo de tiempo que me dieron para pensar, el cual reconozco como el peor de mi vida, odie a todas las embarazada, no podía ver esa carita de “tontas” que se les quedan a todas, tocándose la tripa esperando, creo yo, transmitir todo el amor al pequeño ser antes incluso de nacer. Decidí seguir adelante, yo era la única responsable de esta situación, era mi bebe, y no le podía matar a sangre fría.

A las pocas semanas en la primera ecografía oí su corazón, eso ya me terminó de convencer de que había hecho lo correcto, latía muy rápido. Hasta entonces pensaba que un bebe de tan pocas semanas no tenia corazón, que la vida era inexistente, que era un pequeño conglomerado de células nada mas. Lo sentí muy mío, como algo que no quería compartir, que solo me pertenecía a mi.

El padre de mi hija, supongo que por miedo, decidió desentenderse, no le puedo culpar porque es el hombre al que más podré querer siempre, es el hombre que me ha dado a mi hija, lo más bonito de mi vida y creo que del mundo entero.

Meses después de mi primera ecografía la sentí, fue como un cosquilleo como miles de maripositas recorriendo mi vientre cada vez más redondo, más perfecto, más lleno de vida…

En Septiembre de 2005, ya con dieciséis años cumplidos, nació mi pequeña. Fue algo prematura, pero no necesitó incubadora, era perfecta, con unos ojos enormes. La primera vez que nos vimos fue increíble, seguía mi voz, sabía que era su mamá, me odie a mi misma por haberme planteado la idea de abortar, podríamos no habernos conocido nunca y ahora me sentiría tan vacía…

Hoy tiene ya casi dos años, somos uña y carne, nos lo pasamos genial juntas, y de todo lo malo, si hay algo malo, se sale. Me levanto pensando en su voz, en sus gestos, me da vida cuando me dice mamá, me alegro cuando ella ríe y me entristecen sus lágrimas.

Hoy he estado con el padre de mi niña, parece que todo se va arreglando, el tiempo pasa y poco a poco soy más feliz. Por las noches, antes de dormir, pienso: es imposible ser mas feliz. Pues bien, cada día lo soy más, cada día mi pequeña hace o dice una cosa nueva y veo que todo mi mundo gira en torno a ella, porque ella es todo mi mundo.

No me arrepiento de nada y bendigo cada instante a mi “error”, a ese “error” que me hace vivir.

Adriana

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Testimonio de un caso de violación

Ver:

http://www.familyandlife.org/Abortion-and-Embryo/631/9/9.html



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